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a banda de 2.5 GHz en México atrae interés mediático derivado del “rescate” de frecuencias originalmente concesionadas a operadores de televisión de paga y que ahora serán licitadas como capacidad para banda ancha inalámbrica. Pero fuera de la polémica reflejada en los medios, ¿de qué depende el valor de la banda?

Independientemente del encuadre mediático relacionado a la banda 2.5 GHz, es pertinente revisar los factores que permiten valorar no sólo el aspecto cualitativo de la banda, sino su eventual valor de mercado.

En septiembre de 2013, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y la mayoría de los concesionarios de la banda acordaron la devolución de licencias manera que el gobierno pudiera licitar 130 MHz próximamente y que los licenciatarios conservaran 60 MHz para ofrecer banda ancha inalámbrica. Como parte de la continuidad de este proceso, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) recientemente negó a Megacable la prórroga de sus concesiones en esta banda.

Cualitativamente el valor de las frecuencias de la banda 2.5 GHz no está limitado a las características de propagación. Si bien las bandas de 700 MHz y 1.7/2.1 GHz en el papel llegan a cubrir mayores distancias, se debe tomar en cuenta el entorno de dispositivos para utilizar servicios móviles e inalámbricos.

Por ejemplo, en el caso de aparatos compatibles con redes Long Term Evolution(LTE) la banda 2.5 GHz (también conocida como 2.6 GHz) tiene al día de hoy una mayor diversidad de dispositivos que la banda de 700 MHz con la canalización elegida por México (APT). Una mayor diversidad de terminales amplía las posibilidades de que más población las adquiera.

Sin duda las propiedades de propagación son un factor en la valoración de la banda, pero la variedad de dispositivos disponibles hace viable el aprovechamiento comercial del espectro radioeléctrico.

Y aunque por el momento no existan bases para una subasta de la banda de 2.5 GHz, el valor de este espectro puede prospectarse. En México los derechos a pagar anualmente al Estado por la explotación de la banda constituyen la mayor parte del valor de las licencias.

Así, los derechos anuales por un solo MHz de la banda 2.5 GHz a nivel nacional ascienden a MXN $16.8 millones aproximadamente. Esta cantidad es inferior a lo que se pagan por licencias de 850 MHz, 1.9 GHz y 1.7/2.1 GHz, pero superior a los derechos para la banda de 700 MHz que será destinada a la red compartida mayorista.

Si se concesionan 130 MHz de la banda 2.5 GHz por 15 años se tiene un “piso” de MXN $16,508.8 millones a valor presente como recaudación para el Estado mexicano. A este valor se le tendría que agregar el precio de subasta por el cual sea adjudicado tentativamente durante el primer trimestre de 2017.

Tomando en cuenta este “piso” y un tipo de cambio de MXN $18 por dólar USD, se tendría un valor de MHz por habitante (MHz-Pop) de aproximadamente USD $0.06.

En Latinoamérica los precios de la banda 2.5 GHz han sido menores a los observados en subastas de frecuencias en 1.7/2.1 GHz o 1.9 GHz, dependiendo del país. Según la base de datos de espectro de Telconomia, las adjudicaciones de Colombia alcanzaron precios MHz-Pop de USD $0.03 y USD $0.02 en dos subastas distintas (2013 y 2010, respectivamente), mientras que en Brasil (2012) se observó un precio MHz-Pop de USD $0.05. En otras palabras, la subasta de 2.5 GHz generará una menor recaudación que la de la banda AWS de 2016 que promedió USD $0.14 MHz-Pop.

Además, para poder estimar el valor de mercado obtenido en la subasta 2.5 GHz será necesario saber cómo se divide la capacidad a licitar y cuántos competidores estarán calificados para participar.

Más que la forma del proceso, es importante tomar en cuenta a los competidores. Por ejemplo, en la Licitación IFT-3 (banda AWS) en febrero de 2016 en México tanto AT&T y Telcel obtuvieron espectro adicional sin competir por él (la subasta concluyó en la primera ronda al nivel de los precios de salida) e incluso quedó disponible un bloque de 10 MHz en la extensión de la banda (sub banda AWS-3).

En este escenario había suficiente espectro para que los participantes obtuvieran cada uno su meta en la subasta sin generar un exceso de demanda que alzara los precios.

Por lo tanto, para estimar el resultado de una próxima subasta en 2.5 GHz es importante analizar el grado de competencia que puede haber en ella en función del tipo de competidores, pero también cómo se agrupa el espectro a licitar. Además de esto es importante conocer si existen topes de espectro que condicionen la participación de operadores en el concurso de la banda.

Y aunque se estime que el valor de mercado de la banda tienda a ser relativamente bajo comparado con frecuencias AWS o 1.9 GHz, no debe asumirse que esto es un incentivo suficiente para atraer nuevos entrantes. En el contexto actual existen diferentes actores que podrían interesarse en la licitación para complementar su oferta comercial de acceso a Internet.

Por ejemplo, los operadores móviles podrían buscar estas licencias para tener más capacidad para su oferta de 4G LTE, o incluso como una banda con la cual comenzar a ofrecer LTE-Advanced haciendo carrier aggregation. Los operadores fijos que conservaron 60 MHz de la banda y deban ofrecer servicios pueden también buscar capacidad adicional  y aquellos que no eran concesionarios de la banda podrían interesarse en estas frecuencias como una manera de tener “última milla” para ofrecer banda ancha al hogar.

Y si la subasta no impide explícitamente la participación del consorcio que gane la licitación de la red compartida mayorista, ¿qué sucedería si esta entidad califica como postores por estas licencias? No se puede descartar la participación de un actor atípico.

La eventual licitación de esta banda será una excelente oportunidad para discernir entre el “humo” de la polémica y el valor para el mercado doméstico.

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